Treinta y cinco. ¡Jolines! parece que fue ayer cuando terminé la universidad y ya han pasado más de 10 años. Cuando era pequeña solía pensar que estaría haciendo a los 25 años, ¿y a los 35?, pensar más allá me parecía difícil, porque era obvio que más de 35 era... ¡¡MAYOR!! y cuando eres adolescente huyes de pensar en "tu vejez". Pues en todos mis pensamientos jamás imaginé que los 35 los cumpliría en New York, la ciudad de los rascacielos. Y la verdad es que ha sido un cumpleaños especial repleto de pequeños detalles geniales.
El fin de semana anterior a mi cumpleaños tuvimos una comida en casa de una compañera de la facultad, una amiga Koreana que nos invitó a su casa a probar un menú típico de su país. Y todos los que asistían a la comida se pusieron de acuerdo para hacerme un regalito y me sorpredendieron con una original tarta de cumpleaños en forma de taza de capuccino.
El día de mi cumpleaños fue divertido. Cuando llegué a clase mi compañera española les dijo a todos que era mi cumple y la profesora nos hizo poner de pie, en círculo y les pidió a todos que me cantaran el "Happy Birthday", así que de pronto me pareció que cumplía 15 años y estaba en el patio de mi instituto con todas mis amigas rodeándome. ¡Había olvidado la experiencia! Por mi parte yo había comprado chocolatinas y las repartí entre mis compañeros (como cuando estábamos en el colegio), fue divertido. Además varios de mis compañeros me trajeron regalos, más majos... Unos pastelitos de Magnolia Bakery, una pulsera de plata, un té chino de jazmín... ¡Me encantó!
Luego Fer me llevó a cenar a un italiano muy romántico, con velas en las mesas y horno de piedra. El ambiente era fantástico y tuvimos unas horitas muy agradables.
El sábado 12 llegó la parte "fashion" del cumpleaños. Mi hermana me había regalado un crucero nocturno alrededor de la isla de Manhattan, con cena, vino y baile. La experiencia estuvo bastante bien, la mayoría eran "visitors" pero el crucero nocturno mereció la pena. Nuestra mesa estaba muy cerca de los ventanales e íbamos viendo el skyline de Manhattan...
Además podías levantarte de la mesa y salir a la cubierta a disfrutar mejor de las vistas, cosa que hicimos al llegar al lado de "Lady Liberty", para poder verla más de cerca. Estaba preciosa, tan iluminada, tan enorme... ¡El pedestal es casi tan grande como ella!
La cena estuvo bien, los primeros platos estaban bastante ricos (pudimos elegir de un menú variado) y los segundos eran un poco irregulares, pero yo pedí uno que estaba riquísimo, Fer no tuvo tanta suerte, pero como él se lo come todo no hubo problema. Mi postre, como no podía ser de otra manera, fue una New York Cheesecake.
El paseo en barco es muy recomendable, nosotros ya lo hicimos hace cuatro años de día, y esta experiencia nocturna nos encantó. Terminas de cenar, subes a cubierta y te encuentras entre medias de Manahttan y Jersey City, con sus edificios iluminados, la brisa acariciándote en la cara y unos sofás comodísimos desde donde contemplar toda la ribera. Además en cubierta se podía oir la música que había en la zona de baile, así que Fer y yo pudimos "bailar pegados" una canción romántica.
Y de esta forma los 35 fueron llegando y pasaron. Ha sido una semana de celebración que creo que nunca olvidaré.